Nuestro Círculo

Año 4  Nº 138                                                     Semanario de Ajedrez                                              26 de marzo de 2005

PAOLO BOI

1528-1598

 

Paolo Boi, apodado el Siracusano, nació en Siracusa (Italia)  en 1528 (36 años después del descubrimiento de América) y murió en Nápoles en 1598. Descendía de una familia rica donde cultivó su inteligencia, tocándole vivir durante el “Renacimiento”, época en la cual la invención de la imprenta y el despertar de las artes y las ciencias también influyeron sobre  “il gioco degli scacchi”.  

Fue un jugador de gran habilidad combinatoria, de reflejos muy rápidos y capaz de   jugar a un tiempo tres partidas a  ciegas.

Su vida fue un continuo deambular, pero consiguió hacerse con la protección de la nobleza.

Desde muy joven se destaca en el juego del ajedrez. Se bate con Leonardo en Nápoles en un encuentro que acaba en tablas y es considerado campeón del mundo entre 1587 y 1598.

Fue muy querido por el papa Pio V (1566-1572), que le ofreció importantes ingresos si consentía en recibir las órdenes sagradas, y por muchos príncipes italianos, en particular por el duque de Urbino que lo tuvo a su lado durante algunos años, con unos honorarios de trescientos escudos anuales.

 En 1575, Felipe II le invita a un torneo en su corte que reúne en Madrid a los mejores ajedrecistas italianos de la época: Giovanni Leonardo di Bona y Paolo Boi, junto a los españoles Ruy López y Alfonso Cerón, de Granada. Esta prueba es calificada por los historiadores como el primer Torneo Internacional de Maestros y la primera en ser documentada. El torneo lo ganó Leonardo da

 

Cutri. Poco después Boi derrota a Ruy Lopez y a Cerón. Como recompensa, el Rey Felipe II le proporciona en Sicilia un cargo oficial que le reporta 500 coronas anuales y una carta de recomendación para su hermano don Juan de Austria.

Tras el torneo, va a Portugal donde se enfrenta con los mejores jugadores de ese país ante el rey don Sebastián. Tras estos enfrentamientos regresa a Italia rico.

Boi fue un hombre inquieto que viajó por medio mundo, de carácter alegre, elegante y rápido en el juego y que en numerosas ocasiones jugando al ajedrez supo ganar grandes sumas de dinero.

Paolo Boï es caracterizado por  Luis C. Maché de la Labourdonnais como “el más grande jugador del siglo XVI, poeta, soldado y marinero, una personalidad curiosa y ligada a una vida animada, una de las existencias completas propias de las sociedades felices y potentes; soltero, de costumbres irreprochables, muy bien vestido, de esbelta figura y el cabello enteramente blanco, caprichoso e impar, espléndido y liberal, elocuente y afable…”. Por su suavidad y enigmático carácter, dotado de distintas capacidades, nos recuerda a su más grande compatriota, y casi contemporáneo, Leonardo da Vinci.

Paolo Boi y el diablo

 Una curiosa leyenda sacra relata que en cierta oportunidad se enfrentaban Paolo Boi y una hermosa doncella. La muchacha le había ganado en reiteradas oportunidades y mientras jugaban una partida se llegó a la posición que refleja el diagrama.

En este instante debía efectuar su jugada el prominente ajedrecista italiano; sin embargo logró percibir que su enigmática rival,  conductora de las piezas negras, era el mismo Satanás.

Boi fortaleció su acongojado espíritu rezando, y la inspiración divina le permitió crear un maravilloso plan de juego.

 

1.Txg7+ Rf6 (Después de 1...Re8 2.Dc8 Mate o bien 1... Re6 2. Cxc7+ Rf6 3. Dxc6 Txc6 y 4.Txc6 etc. Al parecer el ataque blanco ha quedado detenido y el adversario posee múltiples amenazas, pero...2.Dxc6+!! (Brillante el inesperado sacrificio, con el cual la posición del negro se derrumba). 2... Txc6 3.Txc6+ Dd6 (única para retardar el Mate). 4. Txd6+ cxd6 5.Cc7; en este momento el diablo lanzó un alarido de terror, huyendo despavorido, pues tras 5... d5 (único movimiento posible) 5.Cxd5+ Re6 y mediante 6.Te7++ no solo recibía Mate, sino que las piezas atacantes lo envolvían en el "Signo de la Cruz", como puede apreciarse en el siguiente diagrama:

 

De vuelta de España, es hecho prisionero por piratas berberiscos, que le vendieron como esclavo pero después obtiene su libertad al ganar para su dueño una fortuna jugando al ajedrez. Sus nuevos viajes le llevan a Génova, Milán, Venecia e incluso a Hungría  donde juega con algunos turcos montando en un caballo.

Tras una corta estancia en Sicilia, regresa a Nápoles y allí es derrotado, en 1598, por un jugador más joven: Alessandro Salvio.

Más tarde muere emponzoñado, sin que se sepa con certeza si se suicidó porque no pudo soportar la derrota o si fue asesinado.

Se dice que a lo largo de su vida, Paolo Boi ganó, jugando al ajedrez, más de 30.000 escudos de oro, una suma muy considerable para la época.

No está claro dónde descansan sus restos, si en la iglesia de San Luis o en la de San Francisco de Paula, ambas en Nápoles, aunque su entierro fue digno de un príncipe y caballero napolitano.

 

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