PAOLO BOI
1528-1598 |
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Paolo Boi, apodado el Siracusano,
nació en Siracusa (Italia) en 1528 (36 años después del
descubrimiento de América) y murió en Nápoles en 1598. Descendía de
una familia rica donde cultivó su inteligencia, tocándole vivir
durante el “Renacimiento”, época en la cual la invención de la
imprenta y el despertar de las artes y las ciencias también
influyeron sobre “il gioco degli scacchi”.
Fue un jugador de gran habilidad
combinatoria, de reflejos muy rápidos y capaz de jugar a un tiempo
tres partidas a ciegas.
Su vida fue un continuo
deambular, pero consiguió hacerse con la protección de la nobleza.
Desde muy joven se destaca en el
juego del ajedrez. Se bate con Leonardo en Nápoles en un encuentro
que acaba en tablas y es considerado campeón del mundo entre 1587 y
1598.
Fue muy querido por el papa Pio V
(1566-1572), que le ofreció importantes ingresos si consentía en
recibir las órdenes sagradas, y por muchos príncipes italianos, en
particular por el duque de Urbino que lo tuvo a su lado durante
algunos años, con unos honorarios de trescientos escudos anuales.
En 1575, Felipe II le invita a un torneo en su corte que reúne en
Madrid a los mejores ajedrecistas italianos de la época: Giovanni
Leonardo di Bona y Paolo Boi, junto a los españoles Ruy López y
Alfonso Cerón, de Granada. Esta prueba es calificada por los
historiadores como el primer Torneo Internacional de Maestros y la
primera en ser documentada. El torneo lo ganó Leonardo da
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Cutri. Poco después Boi derrota a
Ruy Lopez y a Cerón. Como recompensa, el Rey Felipe II le
proporciona en Sicilia un cargo oficial que le reporta 500 coronas
anuales y una carta de recomendación para su hermano don Juan de
Austria.
Tras el torneo, va a Portugal
donde se enfrenta con los mejores jugadores de ese país ante el rey
don Sebastián. Tras estos enfrentamientos regresa a Italia rico.
Boi fue un hombre inquieto que
viajó por medio mundo, de carácter alegre, elegante y rápido en el
juego y que en numerosas ocasiones jugando al ajedrez supo ganar
grandes sumas de dinero.
Paolo Boï es caracterizado por
Luis C. Maché de la Labourdonnais como “el más grande jugador del
siglo XVI, poeta, soldado y marinero, una personalidad curiosa y
ligada a una vida animada, una de las existencias completas propias
de las sociedades felices y potentes; soltero, de costumbres
irreprochables, muy bien vestido, de esbelta figura y el cabello
enteramente blanco, caprichoso e impar, espléndido y liberal,
elocuente y afable…”. Por su suavidad y enigmático carácter, dotado
de distintas capacidades, nos recuerda a su más grande compatriota,
y casi contemporáneo, Leonardo da Vinci.
Paolo Boi y el
diablo
Una curiosa leyenda sacra relata
que en cierta oportunidad se enfrentaban Paolo Boi y una hermosa
doncella. La muchacha le había ganado en reiteradas oportunidades y
mientras jugaban una partida se llegó a la posición que refleja el
diagrama.
En este
instante debía efectuar su jugada el prominente ajedrecista
italiano; sin embargo logró percibir que su enigmática rival,
conductora de las piezas negras, era el
mismo Satanás.
Boi fortaleció su acongojado
espíritu rezando, y la inspiración divina le permitió crear un
maravilloso plan de juego.
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1.Txg7+ Rf6
(Después de 1...Re8 2.Dc8 Mate o bien 1... Re6 2. Cxc7+ Rf6 3.
Dxc6 Txc6 y 4.Txc6 etc. Al parecer el ataque blanco ha quedado
detenido y el adversario posee múltiples amenazas, pero...2.Dxc6+!!
(Brillante el inesperado sacrificio, con el cual la posición del
negro se derrumba). 2... Txc6 3.Txc6+ Dd6 (única para
retardar el Mate). 4. Txd6+ cxd6 5.Cc7; en este momento el
diablo lanzó un alarido de terror, huyendo despavorido, pues tras
5... d5 (único movimiento posible) 5.Cxd5+ Re6 y
mediante 6.Te7++ no solo recibía Mate, sino que las piezas
atacantes lo envolvían en el "Signo de la Cruz", como puede
apreciarse en el siguiente diagrama:
De vuelta de España, es hecho
prisionero por piratas berberiscos, que le vendieron como esclavo
pero después obtiene su libertad al ganar para su dueño una
fortuna jugando al ajedrez. Sus nuevos viajes le llevan a Génova,
Milán, Venecia e incluso a Hungría donde juega con algunos turcos
montando en un caballo.
Tras una corta estancia en
Sicilia, regresa a Nápoles y allí es derrotado, en 1598, por un
jugador más joven: Alessandro Salvio.
Más tarde
muere emponzoñado, sin que se sepa
con certeza si se suicidó porque no pudo soportar la derrota o si
fue asesinado.
Se dice que a lo largo de su
vida, Paolo Boi ganó, jugando al ajedrez, más de 30.000 escudos de
oro, una suma muy considerable para la época.
No está claro
dónde descansan sus restos, si en la iglesia de San Luis o en la
de San Francisco de Paula, ambas en Nápoles, aunque su entierro
fue digno de un príncipe y caballero napolitano.
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