Después
de que las tropas nazis invadieran Estonia, Keres jugó varios
torneos en la Europa sometida. Debido a esto cayó sobre él el
estigma de colaboracionista, por lo que sería vetado durante mucho
tiempo en los torneos.
Se ha
especulado mucho sobre si las autoridades soviéticas no querían que
se convirtiera en campeón del mundo. Al terminar la guerra la
autocracia comunista le hizo firmar uno de esos documentos de
autocrítica con los que el estalinismo humillaba a quienes
destacaban, y fue «perdonado».
Tras la guerra, Keres ocupó el
tercer lugar en el famoso torneo de 1948 y fue segundo en los
torneos de Zurich 1953, Amsterdam 1956, Yugoslavia 1959, etc. Entre
1948 y 1965 intentó siete veces el asalto al campeonato del mundo, y
siempre se quedó en los tramos finales: torneo de 1948 y los Torneos
de Candidatos de Budapest 1950, Neuhausen-Zúrich 1953, Amsterdam
1956, Belgrado 1959, Curazao 1962 y el de 1965, que se jugó en Riga.
Hasta su muerte no perdió la
costumbre de derrotar en partidas de responsabilidad a cuantos
campeones mundiales se le pusieron delante: Botvinnik, Smyslov, Tal,
Fischer, Spassky.
Keres tenía un estilo vistoso y
personal, en el que predominaban las ideas de ataque, pero con un
fino instinto posicional. El juego de Keres causó una profunda
impresión en su época. Era un jugador agresivo, con una
extraordinaria imaginación combinativa, lo que le valió el favor de
los aficionados. Sin embargo, esta combatividad se fundamentaba en
profundos conocimientos del juego de posición. Keres jugaba bien
todas las fases de la partida y parecía encontrarse cómodo en todo
tipo de posiciones. No tuvo rival en la comprensión de cada partida,
pero nunca llegó a ser campeón del mundo. Lo único que se opuso en
su camino fue él mismo. No podía controlar sus nervios en las
situaciones límite, lo que le hacía cometer fallos en los momentos
decisivos, alguna vez llegó a desmayarse de la tensión. Para muchos
ha sido un campeón sin corona.
Frases célebres que se atribuyen
a Keres:
«No se nace gran maestro. Se
requiere años de estudio, de combate, de alegría y de penas».
«Quien nunca asume un riesgo,
nunca ganará una partida de ajedrez».
«El ajedrez es una prueba de
voluntades».
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